Bailarines entrelazados en un amplio salón de baile, unidos los rostros por las mejillas, impasibles sus semblantes. Con una sensualidad desbordante, son conscientes de algo trágico en el ambiente. Finísimos tacones de vértigo, multicolores, exultantes ante las aberturas interminables y los entreveros de piernas, deslizándose con elegancia por la pista. Las parejas danzaban a ritmo de la pasión del tango, en una soterrada lucha entre los estilos más clásicos de Pugliese y las tendencias innovadoras de Piazzola , la popular milonga y el etéreo valsecito o vals criollo.
Mi querida Reina Mora y esta Princesa del vértigo habíamos sido invitadas a una milonga en una de las salas de baile más típicas de Madrid. Abandonados los cimbreantes pañuelos de monedas cantarinas y los cueros, en mi caso, hicimos nuestra entrada convertidas en auténticas milonguitas.
Nélida y Jorge eran los anfitriones de la popular fiesta porteña. La Reina Mora lleva un tiempo aprendiendo con ellos el cadencioso caminar del tango. Yo los conocí hace muchísimos años, en una época en la que estuve a punto de renunciar a todo mi reino para dedicarme a esta profesión tan denostada en mi entorno, el oscuro mundo del baile. Ahora me dedico a disfrutarlo para mí, porque no podría vivir sin ello ya que está en mi esencia.
En un espacio de oscura intimidad, acomodamiento rojo-pasión, algo decadente, localizamos un grupo de gauchos entre los que destacaba un temerario-y-orgulloso-compadrito. Estos primitivos bailarines movían sus extremidades inferiores sin levantarlas del suelo, casi siempre hacia delante, en un continuo y voluptuoso enredo y desenredo con las de su acompañante, unidos en un contenido e inamovible abrazo. Diríase que sólo de mitad para abajo estaban vivos, mientras que la parte superior la mantenían en un apasionado y onírico letargo.
Siguiendo las reglas de protocolo y relaciones sociales entre especimenes de sexos diversos en estas fiestas milongueras, arte en el que la Reina Mora y yo destacamos ya que fuimos convenientemente adiestradas para ello desde nuestra real-cuna, nos dirigimos hacia los gauchitos pasando por delante sin dirigirles una sola mirada, situándonos estratégicamente en la mesa de al lado. Paseamos la vista por toda la sala, sin demostrar ningún tipo de interés por una escena en concreto, rápido pero significativo recorrido visual que incluía su espacio, por supuesto. Como corresponde a alguien que se precie de ser un orgulloso-compadrito, ellos invitaron a bailar a otras milonguitas. Es entonces, cuando se dirigen hacia la pista con sus acompañantes, cuando aprovechan a hacer el clásico “cabeceo” (movimiento único en su especie) con el que una sola vez (no más) te indican con una inexpresiva mirada dónde está la pista por si te interesa aceptar el próximo tango. Nosotras, siguiendo las normas milongueras, les dirigimos una mirada breve pero certera, derecha a alimentar su vanidad. Sólo quedaba esperar.
Aquel compadrito de movimiento canyengue en sus caderas, también llamado caminar arrabalero, se acercó y esperó. Habiendo dado ya mi aprobación, me limité a situarme delante de él esperando su abrazo. Él notó mi embarazo, ya que realmente yo no había bailado tango más que en dos ocasiones, pero en un arranque de galantería porteña intentó hacer que me sintiera cómoda y relajada, chamuyándome con su hablar lunfardo.
- Chsssss….tranquila, mi poyerita, para aprender a caminar sólo tenés que poner el corazón, aquí junto al mío, y cerrar los ojos. No necesitás nada más.
- Pues dale, macanudo.
Aquello para mí fue sencillo, porque soy muy de poner el corazón en todo, y lo hice, y cerré los ojos, me abandoné a su penetrante aroma a vainilla en un etéreo y contenido abrazo….y CAMINÉ, siempre hacia delante con firmeza y confianza. De a poco, nos deteníamos llenándonos de silencios, en una trágica y pasional espera, expresando lo inexpresable, volviendo de nuevo con la música después de ese mudo interludio, porque como dijo una vez Aldoux Huxley, “después del silencio lo que más se acerca a expresar lo inexpresable es la música”. Así caminé durante toda la noche con casi todos los gauchitos y compadritos asistentes a la milonga, abrazada y abandonada, poniendo mi corazón en ello, feliz. Feliz recordando entre esos tangueros-vainilla tu olor a leche merengada, tu afición de facultad por el tango y el corazón que le ponemos a nuestra danza amorosa cuando estamos juntos.
"Mamá, yo quiero un novio que sea
milonguero, guapo y compadrón. Que no se ponga gomina ni fume tabaco
inglés que pa´ hablar con una mina sepa chamuyo al revés. Mamá, si
encuentro a ese novio juro que me pianto aunque te enojés.
Ayer un mozo
elegante con pinta de distinguido, demostrando ser constante desde el taller me
ha seguido. Más cuando estuvo a mi lado me habló como un caramelo del sol, la
luna y el cielo y lo pianté con razón.
Mamá, yo quiero un novio que al
bailar se arrugue como un bandoneón . Mamá, yo quiero un novio que sea
milonguero, guapo y compadrón. De los de gacho ladeado, trencilla en el
pantalón; que no sea un almidonado con perfil de medallón.
Yo
quiero un hombre copero de los del tiempo del jopo que al truco conteste
“quiero” y en toda banca va al copo. Tanto me da que sea un pato, que si mi
novio precisa, yo empeño hasta la camisa y si eso es poco, el
colchón".
28 comentarios:
joe hemos coincidido en el tango:) kiss
Magistral. Adoro los tangos. Y menuda suerte la tuya...
Besos!
¡Los pelos como escarpias, querida, los pelos como escarpias! Cuánta belleza, sensualidad, tristeza... maravillada me he quedado, ¿estás segura de que no eran androides? ¿Cómo es posible tanta rapidez y agilidad a un tiempo? ¡Son dioses!
Gracias por el buen rato que me has hecho pasar. Bailar tango tiene que ser... ¡bueno, ni me lo imagino según lo que me ha transmitido! Pero me gusta, me gusta verlo. Algún día lo probaré.
Y tú, no dejes de bailar, en tu vida y en nuestros corazones.
:-***********
Peggy, dónde está tu post? lo vi ayer y hoy ha desaparecido :-)
George, cualquier persona con sensibilidad y apasionada no puede dejar de adorar la música y, en especial, el tango. Sé que tú lo eres.
Beso-pasión
Pily b., la piel de gallina se me pone a mi también cada vez que los veo (unas cuantas ya, no creas). Lo que más caracteriza a Nélida y Jorge es la rapidez y la fuerza en los movimientos, sus ganchos son perfectos, apasionados, con mucha fuerza. Cuando hice algún monográfico con ellos siempre salía de clase con la cadera dislocada ja,ja. A esto añadir que personalmente son encantadores. Si quieres aprender te los recomiendo.
También se disfruta mucho viendo bailar y disfrutando del ambiente que se crea, Cuando quieras te vienes conmigo y pruebas. Ya he visto que no se te da mal lo de dar pasos de baile con tu ¿gatito? :-)
Descubrí el tango en la voz de Gardel, en el verano de 1989. Un buen amigo insistió en que escuchara lo que él decía que era algo así como un nudo en las alas del alma, y desde entonces he escuchado esa vieja grabación de 1917 muchas veces. Aprendí después que esa fue la primera vez que un tango describía una historia completa (el “tango canción” como le gustaba a él precisar). Después de leerte y ver esos pasos de baile imposibles he sentido envidia sana de esos gestos perfectos, aunque me consuela la ausencia de las letras en esa música de baile, esas que nunca bailaré pero si podría susurrar en la penumbra muy bajito, como el eco lejano de una radio de otro tiempo...
“De noche cuando me acuesto
no puedo cerrar la puerta
porque dejándola abierta
me hago ilusión que volvés...”
(Mi noche Triste, Teatro Esmeralda de Buenos Aires, 3 de enero de 1917)
Baile de palabras, batir de alas...y el resto de madrugada.
Almach, en muchos momentos bailar y sentir tango consiste en un susurro en la penumbra que se crea entre la pareja, susurrar silencios que te ahogan, en los que te falta la respiración. Las piruetas se dejan para las exhibiciones, en pista mejor algo más lento y sentido, y sobre todo los abrazos...mientras te susurran al oído...y el resto de madrugada.
¿Cómo fue?... ¿pero cómo fue?...
¿Cómo estoy de pie? Sin temblar...
¿Dónde estás? ¿Dónde está tu ardor,
tu cariño en flor?... ¿Dónde está?...
Vuelve a mí, que no hay bien mayor,
¡Que vivir un gran amor!
Cualquiera de estas noches voy a entrar por tu balcón...
¡Para saquearte el alma y robar tu corazón!
Sin puertas ni ventanas tu ternura y mi ansiedad,
tus ganas y mis ganas ¡con qué ganas se amarán!
Cualquiera de estas noches con los besos sin usar,
le contaré a tu boca cuanto amor le quiero dar...
Cualquiera de estas noches voy a entrar por tu balcón
¡Para saquearte el alma y morirme de pasión!
Cualquiera de estas noches (tango) Letra: Eladia Blázquez
A mí me gusta mucho bailar y se me da muy bien porque pillo los pasos al vuelo. Fui a clases de baile de salón hace dos años y lo cierto es que el tango era la danza que más me gustaba. Esos lento-lento-rápido-rápido-lento eran maravillosos (sobre todo si tu pareja no tenía pies-de-plomo). Mi amiga Tere y yo nos reíamos mucho porque al caminar de puntillas parecía que íbamos pisando-huevos y eso es muy-de-huevones.
Pues eso, que me gusta el tango. Que me gustó muchísimo tu escrito. Que me gusta bailar. Pero no que se me enreden los pies.
Ay Nüsh, lo de los pies de plomo de la pareja es lo peor. En cuanto a lo de enredarse depende con quien y en qué momento, hay enredos-super-chulis-tipo-gancho-trapero.
Si algún día nos encontramos por ahí nos bailamos una milonga que es muy diver. Es como el pasodoble de pueblo pero en versión tanguera.
Beso
Tangos tangos: yo esos bailes modernos no los entiendo. Yo soy de la época de Rick Astley.
Tengo una duda metódica:
¿Cuando el gaucho te toma de la cintura, posa la mano justo encima del torito?
Hay que estar más al día de lo que está en boga, Johnny orejitas-modelo-vagina-para-colorear.
Ahora que comentas lo de la mano la verdad es que ocupada en poner el corazón donde había que ponerlo no sé dónde las posó el compadrito-vainilla. Pero me da que estos especímenes son más de ganchos-traperos y simulacros con la entrepierna que de posar las manos sobre las posaderas de las milongueras-damas. Lo que sí te aseguro es que el torito salió mareadito de tanto ocho-hacia-delante y ocho-hacia-atrás, contoneo de cadera sí que hubo, sí.
Oye...que me has dejado intrigada con lo de la mano...¿se atrevería a...? El muy...Será....!!!!
La próxima vez te llevo conmigo para que lo vigiles... al torito, digo.
Johnny Ingleeee, Johnny Ingleeee.... ábreme la puertaaaaaa.....te lo ordeno. He intentado chiquicientas veces poner un comentario en tu blog, pero no me deja el muy p... de blogger (como diría Mantel). Quiero acceso YA.
A ver, no desesperen, hombres y mujeres. Blogger no es tan así. Yo me he encontrado el comentario repetido unas cuatro o cinco veces y me puse a borrar y borrar los clónicos, debió de ser que se retardó la publicación, nomás...
Pues si quieres acceso YA, date de alta en YA.COM.
(aunque no te lo recomiendo)
El tango es elegancia desgarrada. Sóloun argentino sería capaz de combinar tales dos cosas.
Creo que ví a los dos tangeros del enlace en Londres, en una feria turística, en el stand de argentina. Me quedé hipnotizado.
Ella era bellísima. ¿Lleva el pelo largo ahora?.
Un beso
Muestro mi sorpresa porque dos culturas tan distintas salgan juntas de bamboleo. La Reina Mora y la Princesa del vértigo de la mano exhibiendo encantos. Pero he de suponer que usted no padece de diabetes, porque con esa golosa manera de decir que tenía el comadrito, usted dirá...
Lebeche, no sé si será la misma pero Nélida en concreto es bellísima por dentro y por fuera. Siempre ha llevado el pelo corto y lo sigue llevando ahora.
Yo también...me refiero al pelo, aunque también soy bellísima :-))
Besos
Luis, somos dos reinas-princesas muy cosmopolitas. No padezco ningún tipo de enfermedad, estoy buenísima, así que me puedo permitir escuchar todo tipo de decires, al gusto.
Beso susurrado (no padecerá usted sordera?)
No estaría mal, no, con el nuevo año probar a ver en directo cómo se baila tanto. Seguro que me emocionaba y todo. ;-)
Y... ooooh, tuve que cambiar mi bailecito porque con las reformas que ha hecho google, en los blogs que no sean beta, no se me ve. :-(
Besos, princesa preciosa!!
Ains, quería decir blogger, no google. ¡Cómo estamoooooos!
:-****
Me has hecho recordar, hace muchos, muchos años, una fiesta de un pueblo, mi amiga Lula y yo, marcàndonos un tangazo, yo en plan Lina Morgan y ella de porteño, pa morirse de la risa, terminamos a hombros y haciendo el paseillo por la plaza mayor...... jejeje
Besitos princesa, que desde que nos falta kame, no nos leemos.
Hola, princesa, vengo arrastrado por los vientos del suroeste que soplan en levante, te vi en el termo y me dije, sigue el rastro. y que me encuentro? Un blog delicioso, si como dices por ahí además estás buenísima, lo tienes todo y además te diviertes. Aquí mi admiración y saludo.
Arturito Vuelón.
Pongan Tango en su Vida. Pongan Vida en su Tango.
Terremoto, es verdad que hace tiempo que no nos leemos, pero no por la ausencia de Kamelas (al que hecho mucho de menos, por cierto). Últimamente no tengo mucho tiempo para leer, ni siquiera para escribir. De vez en cuando voy entrando en al´gunos de los blogs que solía leer, pero no tengo tiempo para todos, o leo pero sin comentar.
Me alegra verte por aquí. Espero retomar otra vez mi ritmo anterior. Os echo mucho de menos.
Besos
Bienvenido a mi reino, Arturito vuelón. Me alegra que te guste mi blog.
Nunca se tiene todo, pero intento disfrutar de lo que me va llegando. Todo lo que me ha traído el viento de Levante desde el termo ha sido extremadamente agradable y estoy segura de que tu presencia por mi castillo también lo será. Espero con impaciencia la descripción de Lebeche del personaje de Arturito Vuelón.
Un abrazo
Pongan una REINA MORA en su vida, altamente recomendable.
Te quieroooooo
Casi sentí estar en la misma sala. Abrigado por la ocuridad de un rincón desde el que veía como hombres y mujeres se entregaban al erotismo de un baile tan ceñido como como sus rituales antiguos, pasados de boca a boca (no en).
¡Grandes grandes, esa dos minas!
629, estas dos minas somos grandes de nacimiento, lo llevamos en los genes. No podía ser de otra manera dada nuestra real condición. :-p
Sabía que alguien tan sensible como tú sería capaz de revivirlo hasta el último detalle.
Abrazo milonguero
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