miércoles, 25 de junio de 2008

A VISTA DE PÁJARO


"Viéndose en sueños", Egon Schiele

Desde hace un año y medio vivo un sueño recurrente. Los ojos de una pareja de palomas que iban incluidas por el mismo precio con el piso, garaje y el árbol donde tienen instalado su nidito de amor, frente a la ventana de mi habitación, me desgarran de mi entorno desde su elevada perspectiva utilizándome como vehículo de su emoción erótica. En mi sueño su mirada me sueña desprovista de cualquier detalle a mi alrededor acerca de la luz, la hora del día. Lo único cierto soy yo, sólo hasta las rodillas. Todo lo demás es manejable por el creador.

Sueño que miran cómo las miro mientras me miran. Nuestras miradas enmarcadas por mis dos pechos apuntando en su dirección, focalizadas entre mis pezones, ingrávidos, flotantes. Desde su privilegiada posición escuchan mi cuerpo cumpliendo los sueños de tu voz-en-"off". Desde su privilegiada posición saborean el regalo que te muestro a través de los hilos. Desde su privilegiada posición escuchan tus gemidos en "off". Desde mi privilegiada posición escucho sus arrullos, también en "off".

miércoles, 18 de junio de 2008

GOZOSO MIEDO

Hijos del pintor en la habitación japonesa (Fortuny)

"...Un niño que hacía de lobo se escondía entre sacos y arados y los demás se paseaban por toda la cámara despreocupados y como si nada pasara... De pronto unos cuantos cerraban las ventanas y la oscuridad se hacía completa... Todos corríamos a escondernos y nos quedábamos mudos de pavor... El niño que estaba escondido decía con voz cavernosa: ¡Que viene el lobico!..., y nosotros nos apretábamos unos contra otros y empujábamos con fuerza en la pared como si quisiéramos penetrar en ella...Nadie se atrevía a moverse ni a respirar y los más pequeños comenzaban a sollozar....Nuestros corazones latían con fuerza y nos abrazábamos unos con otros formando un pelotón... El lobico salía entre los sacos y se dirigía muy lento hacia nosotros con los brazos en alto. Entonces todos comenzábamos a chillar y nos queríamos tapar unos con otros. Entonces yo me figuraba que aquel niño era un lobo que me iba a tragar y se apoderaba de mí un temblor escalofriante.... Todos salíamos corriendo perseguidos del niño y era angustioso sentir detrás el aullido del lobico en medio de la más cerrada oscuridad...Cuando alguno se veía apurado en la persecución del lobico se arrimaba a la pared y decía jadeante y muy deprisa: chichinave, que echo mi llave, y ya estaba a salvo de las uñas de la fiera...."
"Mis juegos", de Federico García Lorca


La cabeza de mi "Niña Ángela" es de un superficial rubio ceniza y de una lógica aplastante. Lleva días y días (¿meses, años?) sin parar de hablar. De repente, se calla unos eternos instantes y me sobresalto como si hubiera dejado de sentir el latido de mi corazón. Vuelve a abrir la boca pensativa:
- máaama, no he hecho nada en mi vida...
- pues claro que sí, tontita, a tu edad tampoco se puede haber hecho muchísimas cosas.
- no, no es la cantidad.... no he hecho nada que me haga sentir importante. Me he reido poco.

Algo se me remueve dentro al oirlo en su boca, tan pronto.

- ¿qué te pasa? ¿estás triste?
- claro que no - y la lleno de besos
- ¡ves como sí estás triste!, cuando alguien besa tanto a otra persona es porque está triste.

Estamos en su habitación y en un abrir y cerrar de ojos, nos envuelve una oscuridad absoluta. Uno de sus juegos favoritos ha sido siempre, desde que era muy niña, el mismo juego lorquiano de "lobicos". Cuando apaga la luz me entra un terror angustioso. Se queda inmóvil y el no saber por dónde me va a atacar me produce un sufrimiento insoportable y al mismo tiempo una especie de gozo ante lo que me espera. El pánico me hace apretarme contra la pared, como si quisiera atravesarla para salvarme. Empiezo a patalear y gritar como una posesa, pierdo totalmente el control, me defiendo dando puñetazos al aire en todas las direcciones. Ella espera, paciente; la suplico, "no por favor, no por favooooor..." y entonces avanza sigilosa, no sé exactamente por donde viene, chillo, chillo; ella se ríe a carcajadas, no puede parar, hasta que se apiada de mi y enciende la luz. Sin parar de reir, me abraza cariñosa y yo me acurruco en sus brazos, llorando de alivio.

- ¿ves tonta como no tienes que estar triste? yo soy más fuerte que tú, siempre te gano.